La técnica consiste en pequeñas infiltraciones en los puntos a tratar. Es mínimamente invasivo, sencillo, no es molesto y permite ver el resultado inmediatamente e incorporarse a la vida diaria una vez que se sale de la consulta del dermatólogo estético.
El tratamiento con ácido hialurónico aporta tersura, volumen e hidratación y suaviza arrugas más o menos marcadas en el rostro, consiguiendo un aspecto más rejuvenecido y saludable.
En cuanto a las sesiones necesarias, dependerá de cada paciente, aunque cabe señalar que con una sesión se consiguen resultados visibles. Además, los efectos de las infiltraciones van mejorando meses después de la sesión puesto que el ácido hialurónico estimula la proliferación de fibroblastos , aumenta el espesor de la dermis, retiene agua y es biodegradable.